Miranfú

Ilustración de Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite
Ilustración de Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite

Miranfú. Con esta palabra mágica, Sara Allen invocaba a lo imprevisible en la obra de Carmen Martín Gaite Caperucita en Manhattan. Al pronunciarla, cualquier cosa podía ocurrir. En una novela juvenil de corte fantástico, no podemos esperar muchos acontecimientos terribles, pero, en la realidad, conlleva un cierto riesgo.

En enero de 2014, debí de pronunciarla sin darme cuenta, tal vez en sueños: eso explicaría que este año haya constituido un auténtico torbellino en mi existencia, un cúmulo de fuertes contrastes, dichosos y trágicos; una mezcla entre euforia, alegría, triunfo, nostalgia, ansiedad, tristeza, miedo…

Lo de hacer un balance de acontecimientos cuando expira diciembre es un postureo redomado, pero, en este caso, a mí misma me asombra la cantidad de cambios que se han producido en mi vida a lo largo de unos escasos doce meses, así que permitidme que posturee, al menos por esta vez.

He terminado -¡al fin!- el maldito máster de Formación del Profesorado. Oficialmente, estoy capacitada para dar clases de Lengua y literatura en institutos privados y concertados y conseguir que mis alumnos acaben por aborrecer a Luis Cernuda –en absoluto; ya me las apañaré para que les apasione…-. He intimado con Rafael Alberti, gracias a que por fin me he puesto en serio con mi tesis doctoral, y cuanto más me adentro en su poética, más me fascina…

Este verano, en la Fundación Rafael Alberti de El Puerto de Santa María
Este verano, en la Fundación Rafael Alberti de El Puerto de Santa María

He publicado dos libros; ¡se dice pronto! Uno en abril, mi primer poemario: Los despertares, con Ediciones de la Torre. Este libro es especial, porque cumple un sueño que tenía desde mi más remota adolescencia, cuando comencé a plasmar mis soledades y mis amores platónicos en versos incendiados de cisnes y de princesas lejanas, y después fue Alicia la que, perdido su País de las Maravillas, me llevó de la mano por los caminos mágicos que escapan del Espejo. El segundo libro, El barco de cristal. Referencias literarias en el pop-rock, me lo publicó Líneas Paralelas en octubre. Se trata de un ensayo que combina mis dos grandes pasiones: la literatura y el rock. En ambas publicaciones, he tenido la suerte de contar con buenas personas que me han apoyado y me han ayudado en todo momento.

Cada primavera, paseaba por la Feria del Libro de Madrid soñando con estar algún día dentro de una de las casetas, firmando ejemplares. Este año, se ha cumplido mi sueño, con mi poemario Los despertares. Y lo más emocionante ha sido reencontrarme allí con personas que se han ilusionado conmigo, algunas a las que no veía desde hacía mucho tiempo y, sin embargo, allí estaban.

También he recibido una crítica elogiosa, por escrito, de mi poemario, de uno de mis poetas favoritos, el grandísimo José Manuel Caballero Bonald. Aún no me lo termino de creer.

Firmando "Los despertares" en la Feria del Libro de Madrid 2014
Firmando «Los despertares» en la Feria del Libro de Madrid 2014
De izquierda a derecha: Emilio Blanco, Marina Casado, Rafa Ceballos, Juan Casado y Nico de Vicente
Presentación de «El barco de cristal» con Emilio Blanco y la banda Strange Days

Me han operado por primera vez en mi vida. Una infección ocular en mayo, originada por la falta de higiene de algún oftalmólogo de las urgencias de cierto hospital madrileño, se fue complicando hasta derivar en la obstrucción del conducto lagrimal de mi ojo izquierdo, por lo que me han tenido que abrir un conducto nuevo a través del hueso de la nariz. La ventaja: le he perdido el miedo a las jeringuillas que, despiadadas, se acercan llenas de suero hacia mi pobre y torturado ojo…

He sido, junto a Eric, Fernando y Rosalba, orgullosa fundadora del Galganismo, movimiento poético que pronto revolucionará los circuitos madrileños… Después, se nos unió Alberto. Es maravilloso compartir con ellos tantas cosas, empezando por versos y acabando por hamburguesas de carne de avestruz… Los Galganistas hemos participado, por primera vez como conjunto, en un recital: el dedicado a Leonor Machado, sobrina de Antonio y Manuel, hija de Francisco, en una noche que considero memorable.

He aprendido mucho acerca de sentimientos humanos. He llorado ríos de lágrimas, he naufragado y, cuando he sentido tocar fondo, me he visto iluminada, de repente, por una luz radiante y cálida. He comprendido que los verdaderos amigos pueden discutir, pero al final todo se arreglará, y que hay personas destinadas a ser esenciales en un período concreto de nuestra vida para convertirse, súbitamente, en desconocidos. Respecto a la eternidad de las musas, continúa siendo una utopía, pero yo soy idealista por naturaleza, lo cual resulta paradójico dado mi proverbial pesimismo.

He conocido a personas maravillosas que se han hecho un hueco en mi corazón: algunas todavía me acompañan -y me esforzaré por que así siga siendo-. He descubierto el mar dentro de una mirada. He echado mucho de menos y he terminado por firmar un pacto con la realidad para no pasarme la vida soñando –ahora, algunos sueños han cruzado conmigo la frontera-.

lechecondensada

Miranfú ha traído consigo terremotos existenciales: tragedias y dichas que han borrado la antigua languidez, porque, triste o alegre, cada acontecimiento delata VIDA. Y yo estoy viva. Ahora, tal vez, desearía un 2015 más tranquilo –un poquito más, tan solo-, para dejar crecer las prometedoras semillas que me ha regalado este año, para alcanzar nuevas metas. Aunque al final, sigamos explotando día a día como estrellas salvajes, las que se derraman sobre mi playa cada verano.

Y me despido de 2014 con nostalgia, dicha, esperanza, y envuelta en las notas de las Noches de blanco satén de los Moody Blues…

Feliz 2015.

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